FUNDADORES


Santo Hno. Pedro San José Betancur: El Santo Hermano Pedro nació en 1626 en Tenerife, Islas Canarias, España. Llegó a Guatemala, el 18 de febrero de 1651. Vivió a inmediaciones de lo que actualmente es el templo y convento de Belén. Perteneció a la orden de los Franciscanos Terciarios, dedicó su vida al servicio de los pobres, enfermos y cualquier necesitado que buscara su ayuda. Fundó la Orden de Nuestra Señora de Belén, primera y única creada en América. Al morir el 25 de abril de 1667 dejó un legado de obras y milagros. Sus restos yacen en el Templo de San Francisco, adonde acuden peregrinos en busca de consuelo o para solicitarle un favor. Por su ejemplo de vida y los milagros que se le han atribuido, el Papa Juan Pablo II lo beatificó el 22 de junio de 1980 en la Basílica de San Pedro, Roma; y el 30 de julio de 2002 durante la tercera visita a Guatemala de su Santidad, fue finalmente, canonizado, y se convirtió así, en el primer Santo de Guatemala. "Pedro de Betancur, movido por su amor a la niñez, dedicó parte de su vida a la actividad pedagógica... A través del juego, la danza, el canto, hacía que los niños aprendieran y con su espíritu sencillo, amable y encantador los motivaba a ser mejores cada día..."

 


Beata Madre María Encarnación Rosal: Reformadora de las Hermanas Betlemitas. Beatificada por Juan Pablo II el 4 de mayo de 1997 – Su fiesta, Octubre 27 Vicenta, nacida en Quetzaltenango, Guatemala, el 26 de octubre de 1820, en un hogar cristiano, creció en un ambiente de fe. A los 15 años ingresó en el Beaterio de Belén, en la ciudad de Guatemala, institución que estaba bajo la jurisdicción de los padres Betlemitas, fundados por el Santo Hno. Pedro de Betancour. El 16 de julio recibe el hábito de manos del último padre Betlemita, Fray José de San Martín, y toma el nombre de María Encarnación del Sagrado Corazón. Insatisfecha con la vida en el Beaterio, pasa al convento de las “Catalinas”, para retornar luego a su “Belén”, donde es elegida Priora; trata de reformarlo, pero al no lograrlo decide fundar otro donde se vivan las Constituciones que ella había redactado y que habían sido aprobadas por el Obispo. Lo logra en Quetzaltenango, su tierra natal. Su vida y obra logra conservar el carisma del fundador, Santo Hno. Pedro de Betancour. “A la luz de la encarnación, de la Navidad y de la muerte del Redentor”, la Congregación vive el espíritu de reparación de los Dolores del Sagrado Corazón de Jesús, dedica el 25 de cada mes a la adoración reparadora. El ansia por la gloria de Dios y la salvación de los hombres la lleva a “servir con solicitud al hermano necesitado” y a dar “impulso a la educación de la niñez y de la juventud en los colegios, escuelas y hogares para niñas pobres” como también a “dedicarse a otras obras de promoción y asistencia social”. La Madre Encarnación funda casas también en Colombia y Ecuador, y sufre el destierro que le imponen las autoridades Gautemaltecas, muere en el Ecuador, el 24 de agosto de 1886. Actualmente la Orden Bethlemita tiene presencia en Italia, Africa, India, España, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá y Guatemala. Su casa general se ubica en Bogotá.